lunes, 11 de octubre de 2010

Siempre que aterriza vuelve a despegar,

parte a la ciudad de los sueños.

Viaja con el suyo, y si mañana regresa

solo pide traerlo consigo.



Dejar el trabajo no le supondrá

tanto esfuerzo como el de aquél que

en estos difíciles días lo busca.



Una vez más, ellos lo entenderán,

todo lo entienden. Otra promesa

de volver con la misma alternancia

con la que la fuerza del sol da paso

a la caída de las hojas,

y éstas al letargo del reptil,

y éste a la belleza del florecimiento,

al renacer de la vida.



Esta vez marcha con pocos bultos,

no por ende ligera de equipaje.

Su corazón está pleno, rebosante,

más que suficiente para afrontar

el frío del largo e inhóspito invierno.



Es consciente de la dureza que

supondrá el paso de la Isla de Ellis,

así como del peso de los cimientos

que dibujan el skyline de esa ciudad,

pero todo es nada cuando imagina

el reflejo de Broadway en tus ojos.



María Galera